viernes, 7 de agosto de 2009

La descalcificación ósea


La osteoporosis, es un problema extremadamente común en nuestra sociedad entre las mujeres mayores de 50 años, hasta el punto de que se considera parte del proceso de envejecimiento. Es cierto que los estrógenos, las hormonas sexuales femeninas, favorecen que se deposite calcio en los huesos y que la bajada de los niveles de éstos al llegar a la menopausia predisponga hacia la osteoporosis. No obstante, es muy poco corriente que mujeres que viven en sociedades que no están influidas por el modo de vida y los hábitos alimenticios de los países industrializados desarrollen esta enfermedad. Así sucede sobre todo en el sudeste asiático. En esos países las mujeres no toman productos lácteos, pero tampoco padecen osteoporosis, a pesar de ingerir mucho menos calcio que las occidentales.


Para entenderlo, es fundamental comprender el papel del calcio en el hueso como reserva para situaciones en las que el calcio en sangre o tejidos está desequilibrado. Del kilo y medio de calcio que se encuentra en el organismo, un 99% está localizado en los huesos y dientes, confiriéndoles dureza. El 0,2% restante se encuentra en la sangre y los tejidos blandos. Es muy importante que la concentración de calcio en la sangre y en los tejidos se mantenga dentro de unos estrechos límites. En este sentido, los huesos actúan como una reserva del calcio que se encuentra inactivo y del que se extrae cuando diminuye la concentración en la sangre. Los huesos están en un estado constante de renovación y descomposición.


El tratamiento tradicional para frenar la descalcificación de los huesos, consiste en aportar dosis altas de calcio con la esperanza de que, al aumentar la ingesta, parte del calcio se podrá aprovechar. Pero esta medida no soluciona el problema de fondo que es una mala asimilación del calcio presente en la dieta. Además, una suplementación excesiva de calcio, cuando el organismo no es capaz de asimilarlo adecuadamente, puede tener consecuencias derivadas de la acumulación de calcio en las arterias, las articulaciones u órganos como el riñón y el hígado. Cuando el calcio no se administra bien, es decir, cuando la dieta no es deficiente en calcio pero éste no se deposita en los huesos y los dientes, es porque o se está excretando o se está acumulando en los tejidos blandos. La acumulación de calcio en los tejidos blandos causa artritis, bursitis, espondilitis, cálculos biliares, cálculos renales y arteriosclerosis.


Por último y lo más importante, mantener una vida activa mediante el ejercicio físico regular combate de gran medida la descalcificación ósea y actúa como el principal sostén de tu cuerpo protegiendo la integridad de tus huesos.